Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Ilustración que no pretende ser literal; simplemente ha surgido de la interpretación de la esencia de cada párrafo a través de éste edificio tan familiar para algunos de nosotros: La Escuela de Arquitectura. Puede haber gente que nunca se haya planteado que los edificios hablan por sí mismos, que expresan. Solamente hace falta la justa sensibilidad para darse cuenta del continuo cambio a lo largo del tiempo, de cada rincón y de infinitos detalles en los que cada uno percibirá diferentes emociones.
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